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Por ADES

Hablar de Monseñor Romero significa describir al hijo ideal que Dios ha mandado, es referirse al ejemplo de Jesús, que intentando llevar a la iglesia por el camino de la justicia y la liberación, fue asesinado.

Este 15 de agosto se cumplen 100 años de su nacimiento. Proveniente de Ciudad Barrios, departamento de San Miguel, ingresa a la vida religiosa a la edad de 13 años para ordenarse como sacerdote cuando tenía tan sólo 24.
 
Aunque hoy pareciera que toda la iglesia respalda la labor de Monseñor Romero, que se ha vuelto un santo ícono de toda América, El Padre José María Tojeira cometa que en su momento  incluso algunos de sus mismos hermanos Obispos le acusaron de “dividir el país y confundir a la nación a través de sus homilías”.
 
Sin embargo, Monseñor Romero, llevaba consuelo y esperanza para el campesinado, obreras, obreros, estudiantes y familias que se hundían en el dolor causado por el ejército.
 
Sin duda  se convirtió en defensor de los Derechos Humanos, Profeta de Justicia, abogado de los débiles y portavoz de sus denuncias. Romero criticó fuertemente la guerra de los poderosos contra el pueblo y la indiferencia con que la iglesia se mostraba ante la represión, el atropello y asesinato de la población incluyendo a muchos de sus sacerdotes. 
 
Romero no fue un agitador de violencia, como los poderosos o algunos líderes religiosos lo catalogan ignorantemente, actuó como lo haría cualquier persona que verdaderamente ama a Dios: con valor y con su corazón cargado de humanidad en la defensa de las personas desprotegidas.
 
En su homilía del 09 de septiembre de 1979 Romero Expresó “Es inconcebible que se diga a alguien "cristiano" y no tome como Cristo una opción preferencial por los pobres”. 
 
Esas declaraciones no eran de agrado para los grupos poderosos, por eso lo mataron el 24 de marzo de 1980. Un disparo le atravesó el corazón; una bala de muerte cargada por el odio del Mayor Roberto D´aubuisson, fundador del partido ARENA, apagó la vida que iluminaba con luz a millones de salvadoreñas y salvadoreños en medio del dolor y la desesperanza de la iniciante guerra civil.
 
Sin embargo, se equivocaron enormemente al creer que con matar su cuerpo callarían su voz y el anhelo del pueblo de construir un país más justo y humano. Romero es el ícono de la verdad y la justicia y el modelo ejemplar de como la iglesia debe actuar ante las injusticias.
 
En el 2010 la Organización de la Naciones Unidas (ONU) declaró el 24 de marzo, fecha del asesinato de Romero, como Día Internacional por el Derecho a la Verdad en relación con Violaciones graves de los Derechos Humanos y de la Dignidad de las Víctimas”, ejemplo claro de como la causa de Romero trasciende la política, la religión y las fronteras.
 
Romero, nuestro profeta, nuestro Santo. 

 

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