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Esta semana fueron desalojadas 76 familias en la Finca El Espino, en el occidente capitalino. Elementos policiales de la Unidad de Mantenimiento del Orden (UMO) ejecutaron la orden del Juez de Paz de Antiguo Cuscatlán, Rigoberto Palma. Estas pobres familias vivían desde siempre en dicho lugar, pero la oligárquica familia Dueñas reclama como suyas las tierras.

El hecho, que conmovió a la opinión pública y fue duramente criticado por organizaciones como el Instituto de Derechos Humanos de la UCA (IDHUCA), recuerda una célebre frase pronunciada hace más de tres décadas por Monseñor Óscar Arnulfo Romero. Refiriéndose a que el Sistema Judicial sólo persigue a los pobres y protege a los poderosos, el Arzobispo Mártir declaró que “la justicia es como la serpiente que sólo muerde a los descalzos”.

La recordada frase romeriana sigue vigente 35 años después. El injusto Juez Palma puso los intereses económicos de los Dueñas por encima del derecho a la tierra, la vivienda y otros derechos de las comunidades de El Espino.

El falso “aplicador de justicia”, incluso, prohibió el acceso a la prensa y a la Procuraduría de Derechos Humanos: también violentó la libertad de expresión de los desalojados, la libertad de prensa de los medios y el derecho de información de la población que debía conocer sobre el hecho. Este Juez debe ser investigado por la Corte Suprema de Justicia.

El desalojo en El Espino también muestra la voracidad con que las elites oligárquicas buscan acaparar las tierras para urbanizar, construir centros comerciales, ampliar el límite cañero y profundizar el monocultivo.

Al final de la pasada legislatura, ARENA y demás partidos de derecha (que son financiados por los Dueñas, Regalado, Poma, Calleja, Simán y otros grupos empresariales) intentaron aprobar una reforma constitucional que pretendía eliminar el límite de 245 hectáreas a la propiedad de la tierra.

Son tiempos difíciles para los pobres. Los grupos oligárquicos, envalentonados por la debacle electoral de la izquierda gobernante, pretenden avanzar velozmente hacia la recuperación de antiguos privilegios y concentrar todavía más los ingresos, las tierras y toda la riqueza.

Pero ojalá que esta ofensiva de los sectores pudientes genere una respuesta popular capaz de contener los malévolos propósitos oligárquicos que tienen a favor a la Serpiente (el Sistema Judicial) y al resto de la institucionalidad estatal (Fiscalía, Asamblea Legislativa, etc.).

Ojalá que así sea.

 

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